Calidad de Aire Urbano: El Reto Ambiental del Siglo
Los ayuntamientos o municipios son los responsable de la gestión y control de la calidad ambiental de la ciudad (aire, suelo y agua) desde un punto de vista legal y de competencias asignadas por los gobiernos centrales. En este contexto, la contaminación del aire es uno de las principales retos de la calidad ambiental urbana.
Según el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), más de 1.000 millones de personas están expuestas anualmente a la contaminación del aire exterior. Se calcula que la contaminación atmosférica urbana cuesta aproximadamente a el 2% del PIB en los países desarrollados y el 5% en los países en desarrollo. (PNUMA, 2016) Sin embargo, aún la gestión y el control de la contaminación del aire a nivel de ciudad no representa un aspecto relevante en los presupuestos de la ciudad en comparación con otros temas ambientales, como la gestión de residuos sólidos, la gestión del agua o el saneamiento urbano.
La mala calidad del aire es un grave problema ambiental y de salud en todas las ciudades del mundo, ya sea en países desarrollados o en vías de desarrollo. Diferentes fuentes de contaminación emiten diferentes tipos y proporciones de contaminantes atmosféricos. Sin embargo, el grado en que la población está expuesta a niveles nocivos de contaminación es un tema complejo, que depende de cómo los contaminantes viajan en la atmósfera, su mezcla y cómo reaccionan bajo diferentes condiciones meteorológicas. (OCDE, 2016).
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha confirmado mediante un nuevo modelo de calidad del aire, que el 92% de la población mundial vive en lugares donde los niveles de calidad del aire exceden los límites de la OMS. La contaminación del aire, tanto ambiental (al aire libre) como la doméstica (interior), es el principal riesgo ambiental para la salud en todo el mundo. Alrededor de una de cada nueve muertes ocurren anualmente a medida que crece la exposición a la contaminación atmosférica. La contaminación del aire ambiente mata a alrededor de 3 millones de personas cada año (OCDE, 2016) y sólo una de cada diez personas vive en una ciudad que cumple con las directrices de la OMS sobre calidad del aire.
Las principales fuentes de contaminación atmosférica son los modos de transporte ineficientes, los procesos de combustión en los hogares, la quema de residuos, las centrales térmicas de carbón y las actividades industriales que necesitan energía de combustibles fósiles. Sin embargo, no toda la contaminación proviene de la actividad humana. Por ejemplo, la calidad del aire también puede ser influenciada por las tormentas de polvo, particularmente en las regiones cercanas a los desiertos. (OMS, 2016). Algunos contaminantes nocivos del aire se emiten directamente de los vehículos, tales como el material particulado (PM) [1] y los óxidos de nitrógeno (NOx). Otros, como el ozono y el material particulado 'secundario', se forman en la atmósfera después de emisiones de contaminantes precursoras, incluyendo los NOx y compuestos orgánicos volátiles (COVs). (OCDE, 2016)
El ciclo de gestión de la calidad del aire en las ciudades incluye el desarrollo de todas las actividades que una autoridad reguladora (municipio o ayuntamiento), se compromete a proteger la salud humana y el medio ambiente de los efectos nocivos de la contaminación del aire.
Las ciudades establecen metas relacionadas con la calidad del aire con base en los resultados obtenidos de estaciones de monitorización del aire. Estos valores, generalmente son contrastados con estándares aceptados y acordados tales como las directrices de la OMS sobre contaminación del aire, índices de calidad del aire, o cualquier otro marco de medición definido local a estatal. Después de esto, los responsables de calidad del aire o los expertos de la ciudad, determinan la reducciones de emisiones necesarias para alcanzar las metas según las fuentes de emisiones y los niveles de contaminación existentes. (USEPA, 2015). Los administradores de la calidad del aire que trabajan a nivel municipal o nacional, utilizan inventarios de emisiones, resultados de monitorización del aire, modelos de calidad del aire y otras herramientas de evaluación para entender el problema de la calidad del aire completamente.
Para lograr con cumplimiento de los objetivos de calidad del aire, las personas responsables de ésta gestión, necesitan implementar programas o establecer protocolos para el control de la contaminación. Normalmente, la contaminación del aire y las emisiones son reguladas y los municipios tienen la capacidad de hacer cumplir la ley para vigilar y sancionar las emisiones de fuentes fijas, como las emisiones de la industria. (USEPA, 2015). El proceso es más difícil cuando las fuentes de emisiones son móviles, como los vehículos, ya que la capacidad de gestión de los gobiernos locales, podría verse limitada por las políticas nacionales de transporte, importación / exportación de vehículos y combustibles, tipos de vehículos en las ciudades, etc.
Por esto, es necesario entender que la gestión de la calidad del aire urbana es un proceso complejo, dinámico y que requiere una revisión y evaluación continua de las metas y estrategias definidas. Uno de los aspectos clave de esta gestión, es que las decisiones para control de la contaminación, deben tomarse teniendo en cuenta la información proporcionada por procesos de investigación científica, que constituyen un insumo esencial para entender cómo se emiten, transportan y transforman los contaminantes en el aire y sus efectos sobre la salud humana y el ambiente . (PNUMA, 2016).
Otro aspecto relevante para gestionar la calidad del aire urbana, es la monitorización de la concentración de los contaminantes en la atmósfera. Este es un paso clave que deben tomar las autoridades públicas, tanto a nivel nacional como de la ciudad, para abordar el desafío de abordar la contaminación del aire. (OECD, 2016). Actualmente, existen enormes brechas de medición, seguimiento y presentación de informes sobre los niveles de exposición a la contaminación atmosférica, sobre todo entre los países de ingresos altos versus las ciudades de ingresos bajos y medianos. (OMS, 2016). Algunas ciudades aun no cuentan con sistemas de monitorización de calidad de aire especializados.
Los gobiernos locales tienen el desafío de abordar la gestión de la calidad del aire mediante el desarrollo tecnológico y el establecimiento de políticas y reglamentos dirigidos a los principales emisores. Estos pueden incluir incentivar o requerir la adopción de tecnologías de punta para reducir la contaminación, especialmente en procesos de combustión. Así mismo es necesaria la implementación estándares de calidad del aire reconocidos internacionalmente, la definición de normas de emisión en automóviles y flotas de transporte público, normas de calidad de combustible, entre otros. (OMS, 2016).
Adicionalmente, la gestión de la calidad del aire urbano, debe ir acompañada de procesos de involucramiento de los ciudadanos sobre todo para reducir las emisiones provenientes de los vehículos privados, principal fuente de emisiones a nivel ciudad.
[1] Las partículas constituyen una mezcla compleja de partículas sólidas y líquidas de sustancias orgánicas e inorgánicas suspendidas en el aire. Los componentes principales de PM son sulfatos, nitratos, amoníaco, cloruro de sodio, carbón negro, polvo mineral y agua. Las partículas más perjudiciales para la salud son aquellas con un diámetro de 10 μm o menos, que pueden penetrar y alojarse profundamente dentro de los pulmones. (OMS, 2016.
Referencias:
OECD. (2016). Las consecuencias económicas de la contaminación del aire exterior.
PNUMA. (2016). Contaminación del aire urbano
USEPA. (2015). Ciclo del proceso de gestión de la calidad del aire.
OMS. (2016). Contaminación del aire ambiente: Evaluación global de la exposición y la carga de la enfermedad.